Información de la obra y contexto de creación
Es en los bancos del Conservatorio donde ve la luz esta obra, en octubre de 1911. Lili Boulanger la presenta a sus profesores de contrapunto y fuga, Georges Caussade, y composición, Paul Vidal, entre un ejercicio técnico y otro. La partitura lleva el título simple de Pièce courte y está destinada a la flauta acompañada por el piano. El uso de la flauta remite al universo debussiano. En la oscilación inicial del acompañamiento de piano, Jacques Chailley vio un eco del tercer acto de Pelléas et Mélisande, pero aquí también se podría evocar a Gabriel Fauré: tanto la economía de medios como el refinamiento armónico concurren para dar rienda suelta a la expresividad del solista. Cuando se publicó la Pièce courte, en 1919, se convirtió en Nocturne y se informó sobre la posibilidad de un uso alternativo del violín.
El manuscrito parece indicar la existencia de una orquestación de Lili Boulanger, en la que el piano fue sustituido por un clarinete, un arpa y un quinteto de cuerdas. Esta página íntima parece evocar otras composiciones que al principio del siglo XX sonaban en salones y salas de conciertos. La melodía, de apertura vacilante, evoca el tema de apertura de la Pavane, op. 50 (1887), de Faurè; en la versión de Lili, el tema pierde su gracia soñadora para envolverse en sí mismo.
El acompañamiento que distingue el primer tramo del Nocturne es un pedal de do largo, que en sus característicos saltos de octava recuerda el acompañamiento de la Vocalise étude en forme de Habanera de Ravel (1907).
La pieza finaliza con un homenaje explícito a Debussy: sobre los últimos ecos del pedal, la flauta se abandona a la evocación del Prélude à l'après-midi d'un faune. Debussy y Fauré serán siempre dos referentes fundamentales para Lili; también Ravel, aunque en menor medida, será un modelo muy presente: se puede ver, por ejemplo, que en ambos músicos se da un uso frecuente de notas de pedal y ostinatos. Entre las diversas sugerencias, el incipit del Prélude à l'après-midi d'un faune tiene un significado particular: la cita, junto con otras, forma parte de un léxico familiar conocido por los frecuentadores del salón Boulanger.
Las francesas Lili Boulanger (1893-1918) y su hermana Nadia Boulanger (1877-1979) son dos figuras fundamentales de la música de finales del siglo XIX y principios del XX. Lili fue una gran compositora que falleció prematuramente, y Nadia, extremadamente longeva, consiguió destacar como compositora, intérprete y directora de orquesta, pero, sobre todo, como profesora. Lili, en 1913, resultó ser la primera mujer en ganar el Premier Grand Prix de Rome por su cantata Faust et Hélène.
Otras compositoras e intérpretes contemporáneas e igualmente brillantes fueron la americana Amy Beach; las polacas Wanda Landowska, muy relevante como profesora en el ámbito de la música antigua, y Grazyna Bacewicz, compositora, pianista, violinista y profesora; Alma Mahler, cuya carrera musical se vio gravemente perjudicada por su matrimonio con Gustav Mahler; Germaine Tailleferre, compositora y pianista francesa vinculada al grupo de Los Seis; la americana Ruth Crawford Seeger, compositora e investigadora del folklore de su país; las españolas Rosita García Ascot, pianista y compositora, y Emiliana Zubeldia, profesora y directora de orquesta y coro, además de pianista y compositora.
Como predecesoras suyas en el campo de la composición, podemos recordar a la trobairitz Condesa de Día, a Gracia Baptista y Maddalena Casulana en el Renacimiento, a la francesa Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre y a la italiana Barbara Strozzi en el Barroco, a Theresia von Paradis y Marianne MartInez en el Clasicismo, o a Clara Schumann y Fanny Mendelssohn en el siglo XIX.